No soy persona de tener ídolos, me cuesta identificarlos, definirme, o que me impacten; aunque siempre me han atraído e inspirado ciertas personalidades, formas y valores de liderazgo: Churchill,  Gandhi… estimulan algunas de mis emociones por sus convicciones, sus principios y su firmeza. Pues bien, ahora despedimos al tiempo que redescubrimos en España la figura del Presidente D. Adolfo Suárez, y esta oleada de reconocimientos, elogios, adhesiones y seguidores póstumos me genera varias reflexiones y algún deseo.

Lo primero es que estoy convencido que esta unanimidad responde a sus indudables méritos, pero también a una inmensa necesidad de reencontrar, recuperar o reivindicar sus señas de identidad: la generosidad, el diálogo la responsabilidad, el sentido de estado, la vocación de servicio, la capacidad de sacrificio, el compromiso, la coherencia, el carisma, la altura de miras… Y este movimiento generalizado de elogio desde todas las posiciones y circunstancias es un tipo de reproche hacia muchos de los que se suman o hacen suyas esas voces con vítores y agasajos, y hacia los que se aposentan privilegiadamente en las fotos luctuosas de este adiós irreversible. En definitiva, siento que el duelo por Suárez y su obra es un mensaje vivo de que queremos otra cosa, esperamos y requerimos el “estilo Suárez”. Y el caso es que no faltan contertulios que justifican la situación y a la clase política actual aludiendo a que son otros tiempos, completamente distintos en las que hacen falta gestores distintos… Pero es que de lo que hablamos y lo que sentimos, es de valores, principios, convicciones, de honestidad, de integridad… y eso que encarnó Suárez es atemporal y permanentemente importante.

Ciertamente siempre me atrajo su figura, y ahora he refrescado pasajes que me ratifican en que se trata de una personalidad histórica. Supo estar, asumió irse, renunció a sus intereses, entendía su cargo como un servicio público y para el público, que era el pueblo, y convivió con sus deberes desde la certeza de que sólo servía si servía, y sirvió hasta donde le dejaron…y hoy coincidimos en que le dejaron y le dejamos mucho menos de lo que se pudo y se debió. Superó y se enfrentó a la adversidad, personal y profesional, fue traicionado por los suyos, presionado por todos, no contó con el favor mediático ni de los poderes económicos… y todo esa vorágine de su pasado recuerda a muchos episodios presentes y del presente de muchas instituciones y organizaciones, que son capaces de ensalzar su papel y apenas logran percatarse de lo lejos que están de su legado.

Lideró un cambio histórico y hoy apreciamos que él fue un cambio en sí mismo. Un cambio que hoy anhelamos y demandamos, y que su vida muestran como posible: no quiso privilegio alguno por sus cargos y representaciones, no aceptó ningún estatuto oficial… Llegó siendo abogado, marido y padre, y lo cuando dejó su puesto, volvió o siguió siendo abogado, marido y padre. Fue un visionario del centro político, del que fue su mejor ocupante, y que hoy tantos buscan, anhelan y se tratan de apropiar con poco éxito, y ese es otra de sus credenciales como líder. Y otro aspecto para mí imprescindible y revelador de su trayectoria: su condición reconocible de padre implicado, y de esposo amante y amado hasta el final. Su hijo Adolfo, cuenta que entregó los dos últimos años de su vida a su mujer enferma en un intento de compensar sus ausencias y ratificar su amor verdadero.

Esa enfermedad cruel e indiscriminada no se apiadó de su brillante mente, y hasta eso es un símbolo, porque él fue olvidando lo que hoy todos debemos recordar para siempre: Suárez que estás en los cielos, inspira las vocaciones políticas, llena de valores a nuestros gobernantes, y que tu ejemplo sea camino a seguir y no sólo un recuerdo en una foto…más. Creo que tengo un ídolo…Descanse en Paz, mientras nosotros recuperamos su forma de lucha. Suárez, cuando llegues al cielo y veas la cola de gente ante el Congreso para decirte adiós, haz que los que hoy se sientan en aquellos asientos cuyo sentido y contenido tú honraste, entiendan el mensaje…