Sin duda una película de gran éxito y sobradamente conocida que a mí me inspira y sugiere el valor de los héroes anónimos y la trascendencia de la heroicidad desconocida y desapercibida. Más allá del carácter esperpéntico y hasta surrealista de la trama, y su indudable vis cómica, el film encierra una nueva exaltación cinematográfica de que las hazañas de cada día vienen a sumar y sostener el sentido de la existencia, y que acciones ignoradas y escondidas resultan decisivas para vivir en el mundo que vivimos, o protegernos de acontecimientos que transformarían y dañarían nuestra realidad. Sin focalizarnos en la excusa satánica del argumento, me parece muy revelador insistir en la importancia de que personas y personajes corrientes, hasta marginales, se erijan en salvadores.

Desde luego la ficción se basa en esos pedazos de realidad a los que dota de identidad y profundidad de modo que cada uno de ellos se presenta como una historia autónoma y completa pero lo cierto es que apenas son una minúscula parcela de imaginación o acción. El punto medio entre la fantasía y su esencia tangible me sirve de punto de partida para llamar la atención sobre la heroicidad que se encierra en nuestras rutinas, sobre la imprescindible aportación de la hazaña cotidiana, de la acción ordinaria como elemento que hace que el mundo gire y no se detenga, y también como alabanza del sentido de la responsabilidad y el compromiso de personas concretas que se arriesgan cuando aprecian peligro para todos.

Desde la aparente banalidad de la citada trama y de muchas otras tramas por el estilo que se suceden en nuestras pantallas, deberíamos ser conscientes de que si cada uno de nosotros hace o deja de hacer lo que puede hacer el mundo cambiaría, y que cualquiera está llamado a hacer lo que esté en su mano por mejorar su mundo y sumar para el mundo de todos; o incluso para afrontar aquellos que otros no han visto, no han sabido o no han podido.

En el Día de la Bestia, un cura, un heavy y un friki se alían para derrotar al mal. Tienen la visión, la información, el atrevimiento y asumen la responsabilidad. Muchos días o momentos, algunos momentos de algunos días, o un día o un momento, hemos visto o conocemos acciones puntuales que han pasado desapercibidas para la gran mayoría pero que han supuesto transformaciones, evitado daños, solucionado problemas o aportado un valor, que de otro modo se hubiera perdido y cuyo resultado ha sido beneficioso para muchos que ni siquieran han apreciado o conocido la acción concreta.

Ese instante en el que esa persona alzó la voz para decir y defender el pensamiento de muchos, aquella llamada que nadie quería hacer y que él o ella hizo en nombre de todos; ese escrito, ese mensaje; ese posicionamiento; esa perseverancia de uno o una, en una determinada ocasión o circunstancia; ese gesto, ese favor, ese camino, ese discurso, esa iniciativa… Pequeños pasos para un largo recorrido, humildes movimientos para dinamizar al mundo.

Sin cada uno de ellos hoy nuestra rutina como la conocemos sería diferente, y por cada uno de ellos conocemos el mundo que conocemos o no perdimos elementos valiosos de nuestra manera de vivir. Y mucho de lo que hoy lamentamos o reprobamos es consecuencia directa de que alguien no hizo algo pudiendo hacerlo, de que tú o yo no lo hicimos, porque resultaba más fácil dejarlo pasar o no hacerlo, más cómodo seguir a la nuestro, no complicarnos la vida.

El “Día de la Bestia”, nuestro día de la Bestia, muy distinto de hacer el bestia un día, es darnos justa  importancia, creer en lo que podemos hacer como algo único y exclusivo, hacerlo, y asumir que si no lo hacemos nadie lo hará, o al menos no lo hará igual o en ese momento; confiar en nuestra visión, tener la osadía de poner en práctica nuestro pensamiento… Nuestros días de la bestia pueden impedir daños colaterales o propiciar bondades colectivas, pero sobre todo, es sentido para nosotros mismos, para nuestro propio ser. Porque de lo contrario, si nos escondemos, nos acomodamos y permanecemos pasivos y desidiosos esperando que otros hagan, puede ser la Bestia (en forma de miedos, de pobreza, injusticia, sufrimiento, corrupción, inmoralidad…) la que tenga su día.