A veces las preguntas más complejas se responden y explican con las experiencias más sencillas. Habitualmente en mi posición me enfrento a la cuestión de qué necesita un emprendedor para poner en marcha su idea, para iniciar la aventura, y mi primera palabra es: vocación, después un ecosistema adecuado para ello, y finalmente remato aludiendo a valorares como la perseverancia, el convencimiento, la imaginación, la formación… En esa respuesta, suelo denostar la subvención como estimulante de esa vocación y poner mis reservas en ubicar el cartel de “salida de emergencia” sobre la puerta del emprendimiento.

Sin embargo, todo ello aun siendo parte necesaria de mi argumentación se entiende mejor quizás con esta metáfora o historia a la que recurro por evocación de mi propia vida: enseñar a montar en bici sin patines (también llamados ruedines) a mi hijo pequeño puede ser una osadía, y requiere de su audacia y de la mía como padre. Planteada la voluntad y decisión de hacerlo por su parte buscamos y propiciamos el mejor escenario posible y en este sentido, la playa con su arena fina y la marea baja, superficie amplia, suficientemente dura para rodar y blanda para absorber sin daño las caidas y un gran horizonte, casi infinito, configuraban ese entorno deseable… Ese fue el marco, donde decidido y convencido arrancó a pedalear recto, cayó en varias ocasiones pero al descubrir que se podía levantar sin grandes perjuicios, retomaba su conquista de ese horizonte, aunque su primer y continuado objetivo era pedalear tan fuerte e intenso como sus fuerzas le permitían, a medida que avanzaba su velocidad crecía, su atrevimiento le daba para intentar giros y aceleraciones, su seguridad se iba consolidando y su ilusión le daba ya para mirar al frente y olvidarse de mirar sus pies… Ensimismado, se detuvo un momento al percatarse de mi alejamiento, se dio la vuelta y con una gran sonrisa me gritó: venga que te dejo atrás y te pierdes…

Sustituyamos a mi pequeño, su decisión y su voluntad por el emprendedor – empresario, incluso bicicleta por proyecto o idea, y mi papel y el escenario natural propicio por el pretendido ecosistema promotor de vocaciones emprendedoras y empresariales… Y entonces hallaremos respuesta a muchas de esas complejas preguntas que llenamos de extensos discursos, anuncios de medidas, conatos de discusión, un inmenso aparataje institucional, significativos recursos y hasta pretenciosas leyes, y por supuesto continuas “fotos” y teorías “de oídas” o abanderados ocasionales de la valentía de otros… Vocación-voluntad, espacio-marco adecuado… y a pedalear.

Desde aquí y para avanzar hacia un horizonte de oportunidades más amplias y más importantes podemos abordar áreas y conceptos que ahora se manosean por doquier, y probablemente todos ellos se expliquen mejor desde esa concepción más sencilla, más natural, más conceptual, y sobre todo pierden dramatismo ciertos debates. No obstante, abordemos algunos de esos aspectos como modo de compartir visión y cuestionamiento sobre ello sin olvidar que lo fundamental es pedalear encontrando el terreno adecuado para ello:

–      Emprendedor: concepto que por fin va a regular jurídicamente por primera vez la esperada y tan “cacareada” ley de emprendedores. Lo trata como sustantivo y al final lo proyecto de un modo tan amplio que atrae y comprende toda la actividad económica productiva, esto es, no es una especialidad empresarial, ni un tipo de autónomo, sino todo ello a la vez… lo que quizás pueda animar la conclusión que estamos más ante un adjetivo que ante un sustantivo, y más aún, considerar la actitud emprendedora como un “ser” deseable y digno de impulso en todo sujeto activo de nuestro sistema, distinguiéndolo de esa vocación propia y definida que se canaliza en distintas vertientes con semántica jurídica específica: empresario, autónomo, autoempleo… en el origen y en el destino siempre una vocación.

Sirve también este punto para enlazar con la necesidad de que ese “emprendimiento”, esa iniciativa sea además de productiva, continuada y ello sólo se consigue a través de interiorizar y consolidar la competitividad y la necesidad de consolidar el proyecto. Esos términos de competitividad y consolidación permitirán la transición desde la idea hasta la empresa, como instrumento más adecuado para sostener el emprendimiento en la globalidad y exigencia del mercado. Envueltos en vocación, no cabe entender la empresa sin el emprendedor, y para nuestro presente y nuestro futuro, es vital que el emprendimiento se oriente a la empresa como estructura como herramienta para competir y crecer. Y todo en el marco de un sistema que también debe ser emprendedor, en actitud y en madurez a la hora de ser responsable con el empresario y de exigir esa responsabilidad a aquel.

–      Internacionalización.- Ya es consustancial a la empresa y su desarrollo, no un apéndice, un departamento o una opción. Ahora bien diferenciemos entre internacionalizarse y vender fuera. Internacionalizarse requiere un proceso de implantación, de localización, de inversión y posicionamiento en un mercado foráneo, jugar con esas reglas y desarrollar el modelo adaptado a un territorio singular. Vender fuera, requiere producir desde un emplazamiento y dotar y comercializar en un mercado determinado. Lo primero es más caro, costoso y complejo pero más duradero, seguro y competitivo; lo segundo es más coyuntural, puntual, arriesgado… Sin entrar en matices de sectores… Y en cualquier caso ese esfuerzo debe partir de un mercado interno en funcionamiento que permita a la empresa adquirir la “musculatura” precisa para “levantar” más “peso” y moverse más y mejor. Y cuidado con no provocar que esa internacionalización acabe siendo deslocalización considerando las peculiaridades de sectores donde la clientela marca y condiciona la sede. Aunque naturalmente la perspectiva internacional debe ser elemento consustancial de la empresa y su plan, siempre entendido como proceso, como camino, porque recurrir a la internacionalización como salvavidas puede no ser la mejor opción para eso mismo.

–      Crédito: es la piedra angular, en el sistema tal y como se ha concebido, y cualquier transición hacia nuevos modelos no puede implicar la erradicación o atropello de su necesidad, sino la corrección de abusos o la educación de usos de las partes interesadas. Y sin mayores teorías o debates macroeconómicos o de confrontación de las necesidades macroeconómicas con la realidad “microeconómica” (digo yo que de qué sirve la macro si no “sirve” a la micro), la respuesta a muchos desvelos está en aceptar que la dificultad no está tanto en la liquidez de quien presta o quien recibe, sino en la carga de riesgo que soporta cada cual… Y en este punto, se hace inaceptable que la larga travesía no haya dado a nuestros gestores para articular una herramienta paliativa o complementaria de un sistema financiero en “eterno ya” proceso de ajuste y restructuración. Ese mecanismo bien podría optimizar, concentrar y canalizar de modo eficiente los recursos y fondos con los que se dota o se destinan o se gastan en nombre del emprendimiento o en pro del mismo, por las distintas administraciones, y gestionarlos con un protocolo transparente y consensuado entre todos las partes, y donde el reparto del riesgo fuera también objeto de ese pacto. ¿Acaso no cabe ese Acuerdo por el Crédito entre Administraciones, Bancos, Empresarios, donde los mecanismos de garantía pública (SGR) dejen de ser otro compartimento oscuro e inútil en muchos casos y aporten valor para lo que se crearon contribuyendo y asumiendo parte del riesgo, los empresarios asumamos (más si hace falta…aunque parece imposible) y los bancos pongan lo suyo, en tiempo y forma que sirva?. Ese fondo de impulso y sostenibilidad se ha articulado para Bancos, para Administraciones y en cambio para aquellos que vienen siendo considerados y proclamados por todos como los activos y motores productivos imprescindibles, las empresas y los emprendedores, no encuentran esos mecanismos y esas respuestas. Pues bien esta es una medida – propuesta que venimos promoviendo desde AJE-Extremadura y desde CEAJE y no cejaremos en el empeño.

–      Fiscalidad.- Proporcionalidad, progresividad y simplicidad. Tan claro como al parecer complicado, pagar en proporción a lo que se ingresa, pagar cuando se ingresa, y pagar proporcionalmente a lo que se ingresa y con instrumentos y procedimientos sencillos, claros y ágiles. También debe ser una tarea tan titánica que apenas se comienzan a atisbar pequeños pasos en este sentido, lejos de otras realidades europeas…. y siguen sin “premiarse” suficientemente conceptos como la inversión privada, el mecenazgo empresarial…

–      Contratación.- Tan enfrascados en discusiones sobre el sistema de despidos que obviamos la parte esencial del debate que está más próxima a: abaratar la contratación, bonificar el sostenimiento del empleo, premiar las nuevas contrataciones con reducciones y bonificaciones tributarias, simplificar el panorama de contratos… No podemos solucionar nuestros problemas aplicando fórmulas parecidas a las que lo generaron. Y eso pasa por creer, creer que la empresa no es el enemigo, y considerar que el trabajador es un activo valioso, y ambos son aliados necesarios y suficientemente maduros y responsables como para articular su relación dentro de unas reglas de juego equilibradas.

–      Cultura Empresarial.- Mucho se pretende trabajar en esto y dará sus frutos en el futuro, pero siempre que desde el presente se cuente con los valores, la pasión y la proximidad de la experiencia del que tiene la vocación. Para sembrar esta cultura y cambiar paradigmas hay que contar con el emprendedor y con el empresario y darle visibilidad y protagonismo dentro de la labor educativa en colaboración y co-creación con los docentes para aportar desde su recorrido empírico. Pero esta cultura empresarial también debe dar como fruto un nuevo tipo de empresario comprometido, responsable, primer y último trabajador de su proyecto; y también una nueva cultura en la Administración y hacia la empresa que hará innecesarios planes y medidas para pagar pronto, porque estará en su empatía y comprensión de la empresa como tal, de su dinámica. Responsabilidad social de la empresa y responsabilidad de la sociedad hacia la empresa.

Podríamos hablar de innovación en sentido amplio, de hacer nuevo lo antiguo, podríamos hablar de inversión o de business angels, hasta de crowdfunding, de networking y de mil fórmulas y conceptos que pululan entre los miles de foros y discursos que hacen suyo el emprendimiento y al emprendedor como estandarte, principio y fin… Pero eso es para otro momento, o para otros momentos, incluso para otros… sin más… Aquí se trata de animar a pedalear y de quitar piedras del camino, y levantar el telón de un escenario demasiado lleno de regidores y con pocos actores. Es el momento de promover cambios desde donde se cambian las cosas, y eso está lejos de la barra de un bar, o de la conversación de un rincón… Los foros donde se decide, allí es donde reside la oportunidad y la responsabilidad de hacer algo diferente, y si no, su destino será desaparecer… dejemos de ser “perros hortelanos” o “perros ladradores” para asumir la tarea de cambiar nuestros pequeños mundos para transformar el gran mundo, porque un poco de cada uno es más poderoso que mucho poder de alguno…

Desde AJE-Extremadura y CEAJE en sus respectivos ámbitos, regional y nacional, venimos proponiendo y presentando propuestas, iniciativas, tratando de responder nuestras propias preguntas y dar atención a las necesidades de nuestros asociados, jóvenes emprendedores y empresarios, en cualquiera de sus dimensiones: autónomos, pymes… Sería todo más fácil si remáramos en la misma dirección, si compartiéramos esfuerzos y recursos, si nos escucháramos y nos viéramos… La política lo impregna todo, lo contamina todo, pero la única política que necesita la empresa es aquella que contribuya a generar un entorno saludable para que nuestras “criaturas empresariales” crezcan y alimenten el país.

Lo narrado debería ser un camino y/o un destino, pero el marco donde estamos, nuestro escenario se parece más al del gusano de seda… Sí, otro simil o metáfora vital para terminar… Actualmente nos encontramos un contexto donde la empresa y el empresario están llenos o rodeados de exigencias complejas, de trámites, de recorridos…que le obligan a arrastrar su iniciativa hasta el punto en el que la idea se va tornando en un problema más que en una oportunidad, y su avance llega a ser tan lento como el de un gusano aun lleno de pequeños pies… Ese gusano que avanza lento hacia una meta que parece no acercarse, es maltratado por un conglomerado de exigencias, obligaciones y en general por un sistema que aunque lo espera, no impulsa su llegada, más bien al contrario protege por inercia a la sociedad de esa posible consolidación, de ese éxito presunto que acaba siendo un sueño o un fracaso casi insuperable en nuestra cultura, esto es, un entorno que nos trata como “capullos” (disculpen la expresión) o que nos hacen tejer uno para protegernos aunque sea levemente. Y finalmente, ese emprendedor-empresario con idea arrastrada, su “capullo” tejido, culmina en mariposa y no necesariamente por la belleza de su aleteo o su colorido, sino casi más para escapar de ese escondite artificial o de ese crisol de intenciones no necesariamente de apoyo y coherencia con un discurso alejado de los hechos. Tal vez en lugar de gusanos de seda, seamos más vistos y tratados como esos gusanos que fagocitan lentamente los desechos de un sistema, que tiene gusanos mucho peores…

Es hora de pedalear en la playa… incluso aun siendo gusanos estamos dispuesto a montar en bicicleta y llegar lejos y aprender o conseguir volar como mariposas… Que nos dejen la playa con su arena y su espacio, nosotros nos encargaremos de las mareas y de buscar nuestro horizonte.

 

ÁNGEL L. GÓMEZ DÍAZ

PRESIDENTE AJE-EXTREMADURA

SECRETARIO GENERAL DE CEAJE

VOCAL JUNTA DIRECTIVA CEOE