Es una dicotomía interesante y con una línea de separación muy fina que hace que puntualmente interactúen ambos conceptos y otras veces hasta confronten. Y por supuesto mi reflexión va más allá de una forma de vestir, me refiero a una consideración más amplia y profunda de esta ambivalencia, que tiene que ver con el “ser” y el “hacer” a partir de ese ser mismo. El caso es que también comprende un discernimiento para elegir y la decisión final conlleva un posicionamiento vital, no irreversible pero sí determinante.

Vayamos con sus matices y connotaciones: estar a la moda tiene altas dosis coyunturales, efímeras, pasajeras, requieren cierto mimetismo, flexibilidad, adaptación, atención al entorno y permeabilidad a tendencias, opiniones… tener estilo implica un criterio estable, un modo identificable de estar, hacer y/o ser, es comprometerse con una identidad que se alimenta de contenidos reconocibles… Pero claro, también se pueden entremezclar porque hay estilos que conllevan estar a la moda, y estar a la moda puede considerarse tener un estilo determinado… Esa salpicadura recíproca es muy patente en los signos externos, pero si abordamos el interior, y nos vamos a cuestiones etiológicas, valores, principios, vocación… la segregación o escisión es más notable. Porque hay aspectos de nuestro “ser” que inspiran nuestra conducta y actuaciones que no pueden ser sujetos de vaivenes temporales, que no se negocian por circunstancias puntuales, que pueden evolucionar, ajustarse, pero su esencia resulta perceptible siempre porque es parte de la identidad… Y esto va más allá de un tipo de zapato, de un color de bufanda, de un corte de americana especial, de una anchura o largura de pantalón o de una singular combinación cromática…

En un mundo de apariencias y donde lo externo tiene una trascendencia innegable, se llega a confundir estar a la moda con tener estilo, pero debajo del ropaje es donde está la clave… Construir, cultivar una identidad y un estilo conlleva una trayectoria y un esfuerzo que van mucho más allá de cualquier moda… Aun teniendo en cuenta que hay modas que hacen estilo, y que hay estilos que merecerían ser moda; y a la inversa, que hay modas que acaban con cualquier estilo, y estilos que no tienen cabida en ninguna moda…

Pero una aspiración muy legítima es que el estilo propio nunca esté pasado de moda.