Sinceramente yo estoy hasta las …pestañas de los estereotipos y etiquetados en lo que a ideología política se refiere. Esa apropiación indebida y tendenciosa de conceptos universales que sirven a unos pocos para ir catalogando al resto en base a si suscribes o no aspectos, reflexiones, propuestas, tendencias…que consideran de su patrimonio exclusivo y excluyente. El esperpento es tal que hasta la apariencia, los hábitos, los gustos, las relaciones, e incluso las familias se utlizan para prejuzgar qué o quien eres a este respecto. Y claro, esta dinámica está tan interiorizada y arraigada en el acervo rutinario que cuando alguien te pregunta por la calle sobre una dirección, dando las dos opciones, terminas por pensar a qué se refiere exactamente, o cómo ser políticamente correcto.

El tema es que precisamente ahora, aunque yo creo que siempre, resulta perverso, demasiado simple, drástico y reducionista, polarizar la ideología; y con ello desperdiciar y derrochar la gama de opciones que discurren entre estos puntos que no goza de los necesarios predicamentos, ni los márgenes para crecer en paz por la continúa zozobra de tener que ubicar y localizar al sujeto en un polo u otro o al menos muy cerca. Pero es que en la actualidad todo se parece demasiado y todo está demasiado lejos, es decir, los que se dicen izquierda y los que se dicen derecha han terminado por confluir y confundirse en algunos puntos pareciendo lo mismo en ellos, y siendo esos puntos los que lo alejan de todos y de todo, hasta de sí mismos o de lo que ellos decían que eran. Y luego está el centro, que nunca he tenido muy claro o no me han dejado tener claro, si consistía en no ser de ninguno, en ser un poco de los dos lados, o en que los dos lados te quisieran o te odiaran, en ser independiente o en ser dependiente un poco de las dos partes. El caso es que el centro empezó siendo una franja y han terminado por convertirlo en una barra de equilibrio que a poco que pises mal, te distraigas o te distraigan, o te la muevan un poco, te caes y ya no te vuelves a subir en la vida…porque caes a un lado u otro y eso ya condiciona, además del porrazo que conlleva.

Así que, si izquierda y derecha se parecen en lo que nunca debieron ser ninguna de las dos, y difícilmente se distinguen en lo que eran radicalmente opuestas; y el centro no existe porque le han puesto apellido a la fuerza, que no es vasco, sino que es derecha o izquierda… Al final, parece que lo que viene quedando, o hay que buscar, es el sentido común, allá donde esté. Y desde luego, no está cerca de “salvadores de la patria” con estética medida y discurso volátil envuelto en una locuacidad estudiada, con mensajes inviables pero muy vendibles, aprovechando siempre un sistema en duelo incesante por la enfermedad terminal del liderazgo honesto y del sentido de estado…Y cuando veo y oigo a estos antisistemas que viven en y del sistema pero que se autoproclaman en sí mismos adalides de otro sistema que no terminan de explicarnos completo (tal vez porque es imposible o porque es mejor que no lo sepamos), me retrotraigo a la época universitaria y me parece reconocer en ellos esos loables movimientos de reivindicación estudiantil azuzados por alumnos activos y activistas que sobre todo se dedicaban a eso, al activismo y a jugar o ensayar a las “casitas políticas”. Y eso, les oigo y todo me suena a ese discurso engendrado en una probeta universitaria por académicos de las ideas, que se han enfrentado a la vida mucho más en el plano intelectual que en el real, pero que se sienten capaces de decirnos a todos cuales el camino correcto y cuidar que todos lo sigamos… a su manera. Aunque ellos pueden acabar siendo un gran problema, su calado es hoy el principio de una solución, o de un despertar rotundo y violento de todos. Ahora bien manipular la indignación con estrategia y palabrería populista es un arma de destrucción masiva y una contradicción, porque eso mismo es el sistema que ellos repudian: un juego de indignaciones e indignados cuya polarización si ha de romperse.

Ni populares, ni populismos, ni socialismos que no son o que no pueden ser… Sentido y común, por todos y para todos… En tanta sombra hay algún destello de luz que resulta especialmente brillante, pero con las persianas bajadas de una comunicación sesgada, parcelada o interesada, es muy difícil valorarlo y seguirlo. Y andamos con la nariz tapada y los ojos vendados, para que no nos llegue el olor y no nos dañe la vista, que la basura en el contexto político o en círculos de poder no es sensible a la ley de gravedad y tiende a subir e ir hacia arriba, y las vergüenzas o no se tienen o se enseñan sin pudor, hasta el punto de que la serpiente de Adán y Eva que la “jodíó” con la manzana y que justifica la industrial textil, parezca un gusano de seda.

Pues eso, merece la pena cuestionarse si política para gestionar o gestionar en la política, si es la ideología la que justifica o marca una gestión, o es la gestión la que debe atemperar una ideología; lo que sí resulta evidente es que la honestidad no debería tener partido, ni color, ni días de fiesta, ni letra pequeña; porque sin ella el sistema no tiene credibilidad y entonces no es sistema… Y que la gestión del siglo XXI nos exige mucho más sentido común, y mucho menos patrimonio conceptual exclusivo y excluyente; de modo, que ni las políticas sociales sean más de unos que de otros, que el liberalismo equilibrado y proporcionado sea el demonio para nadie, que la racionalidad burocrática y del sector público sea una máxima de todos, que la proporcionalidad, la simplicidad y la progresividad cuando se trate de impuestos y demás obligaciones sea una realidad tangible y empírica; y que lo sencillo y directo que demandan nuestras conciencias y nuestras necesidades de ciudadanos no parezca una utopía, porque si el sistema pierde de vista a las personas y lo mejor de ellas, termina por convertise en una jaula, o incluso en un ecosistema independiente y con especies propias. Y puede haber muchos o bastantes gritando y levantando la mano, diciendo que ellos no han sido (con razón), pero claro, o han consentido o existe la sospecha de que puedan llegar a ser, porque tratan de convencernos ahora que el dichoso “sistema” no es la víctima si no el verdugo, el dragón que escupe fuego pero que tiene muchos seguidores y buscadores. Colaría, si no tuviésemos visión histórica y global… El sistema no es perfecto, porque el sistema perfecto no existe, como no existe la persona perfecta; pero el sistema necesita a las mejores personas para ser mejor sistema; y las personas necesitan un buen sistema para motivarse a ser mejores.

Pero de momento, a la pregunta de si izquierda o derecha, con cuidado y sin temor… yo, desde luego, sigo recto, por mi camino, que tiene curvas, rectas, subidas y bajadas; y ,sobre todo, es mío, y ojalá aporte algo desde él al camino de muchos o de algunos. Que el arca perdida la encontró Indiana moviéndose a izquierda y derecha y hasta volando, y Cristóbal Colón iba a una cosa y dio con otra, pero lo que tenía claro es que unas veces había que aprovechar el viento de popa y otras de proa, y el barco se movía a un lado u otro, giraba y soportaba olas… pero era el camino de Cristóbal.. y acabó descubriendo América.