Desde luego opinar en estos días sobre el trono de España no tiene nada de original y hasta invita al hastío. Pero corriendo ese riesgo me parece interesante aportar alguna visión al respecto, porque ante todo es un hecho histórico y dependiendo del desarrollo posterior puede tener una enorme trascendencia.

Estamos primero ante un cambio generacional, ante la renovación natural de una institución antíquisima en los conceptual y en lo estructural. Y realmente lo primero deseable es que se note ese cambio de ciclo en cuanto a la edad de los protagonistas porque no podemos construir el futuro aferrados a un pasado con un presente dificultoso. No pretendo tampoco reflesionar profundamente sobre si Monarquía o República, entre otras cosas, porque es un debate precipitado, apresurado e interesado, que no procede en este momento, sin descartar que haya que abordarlo pero con toda la información completa y rigurosa de lo uno y de lo otro.

Es un hecho que hay una abdicación y se va a hacer una coronación, y eso implica un cambio en formato sucesorio y con importantes matices personales. Lejos de las disquisiciones basadas en ideales o posicionamientos políticos, mi intención es compartir una visión sostenida en mi percepción experiencial, esto es, siendo muy práctico a partir de lo vivido y conocido sin intermediarios de la monarquía y el próximo monarca.

No puedo decir que sea amigo del Príncipe, ni que tenga una relación personal con él, ni mucho menos… Aunque las diversas reuniones mantenidas en los últimos cuatro años, varias cenas y encuentros oficiales (que a alguno le darían para apuntar esa “amistad”), todo revestido de institucionalidad, formalidad y en un contexto empresarial; sí me permiten afirmar que es una personalidad de una preparación indiscutible, minuciosa y detallada para la misión que debe afrontar. La discreción, saber estar, su conocimiento global, su mentalidad internacional, su exquisito análisis de cada situación o interlocución, una medida y cuidada naturalidad y cercanía…me parecen virtudes muy estimables y muy deseables y hasta exigibles en líderes de tal relevancia, que escasean en el ámbito de los máximos exponentes políticos. Es una realidad que estamos ante alguien que se ha preparado, cultivado, al que han “entrenado” pormenorizadamente para hacer lo que va a hacer y ser quien va a ser… Y a mí eso me parece un valor incuestionable… Y es que me da por pensar que si muchos de los que ocupan escaños hubiesen seguido o se les hubiera exigido un camino de preparación sólo mínimamente parecido para alcanzar el desempeño y responsabilidad que les atañe..igual tendrían otro crédito, nosotros otra confianza y en general otros resultados.

Pero más allá de eso que he percibido en primera persona, me parece que estamos ante una oportunidad única. Las instituciones, los cargos… al final dependen en su valor de quien los encarna… República o Monarquía se convalidan en sí mismas o salvan sus propias dudas a partir de sus protagonistas. En defintiva, el liderazgo de la responsabilidad dimanante de un cargo y su ejercicio condicionan decisivamente el sentido de la propia institución. Y es ahí donde radica la ocasión que se le presenta a Felipe VI: transformar el trono en un eje vertebrador y catalizador de valores personales y sociales, dotarlo de credibilidad y utilidad, de garante de lo que la sociedad necesita de las instituciones; de conciencia estructural y guardián de la labor de los representantes públicos… Es fantástico el papel de representación internacional y súper-embajador, pero es más importante en la encrucijada actual que sea capaz de aglutinar la confianza interna y para ello se torna idispensable demostrar independencia, valentía y hasta osadía para acreditarse como aglutinador de la diversidad en concordia productiva y eficiente, fiel y comprometido intensamente con su papel y superando esas limitaciones artificiales configuradas por los partidos. La Monarquía es democrática en la medida en que democráticamente se decide su existencia y sus funciones, pero esto también se convierte en una especie de secuestro porque “molestar” a los políticos (que tal vez no es “molestar” al pueblo) puede desencadenar el principio de su fin… Y esto a veces, da la sensación que convierte la templanza del monarque en aquiescencia o condescendencia interesada.

En todo caso, y dada la abundancia de tertulias, análisis, valoraciones… sin pretender ponderar el mayor o menos coste de la monarquía (más “barata”) respecto a una República, o la idoneidad de la futura reina consorte o no (a riesgo de que me pase como a la revista El Jueves)… Felipe VI tiene dos caminos para su posición de líder y Jefe de Estado: apoltronarse desde la inercia sucesoria y seguir la deriva de dudas, de indefinición, de “decoración institucional” y ariete internacional con las consecuencias de cuestionamiento social sobre la necesidad de sus funciones y su papel; o ser motor de cambio y de innovación desde su privilegiada posición, estimular nuevos horizontes, nuevos modelos, promover el pluralismo, sostener la identidad, garantizar la integridad y la honestidad de los que nos representan, mostrarse autónomo e indpendiente, ser el Jefe auténtico de un Estado que se debe a un pueblo y estimular que ese pueblo se sienta Estado y reconozca que el Estado le sirve…

Puede ser el momento de la Generación VI liderada y representada por un nuevo Rey para nuevos tiempos, atreviéndose e intentando ser voz de su pueblo, con visión y altura de miras y esa carga de innovación y liderazgo al estilo Apple, generando el cambio, anticipándose a él, inventando caminos… o ese apol-trono al que invita una institución que envejece porque los llamados a renovarla, a darle nuevos matices, se limitan a continuar la saga en una suerte de “apoltrono” acomodaticio y decadente, desde un sillón que esperan sin buscarlo (vamos que no van ni a por el trono, siguiendo con el juego de palabras), y que mantienen sin cambiarlo.

La opotunidad de Felipe VI es una oportunidad para todos… su fracaso, sí que justificaría un debate democrático sobre la Jefatura del Estado, sobre su forma o sobre si sobran “Jefes”…