Este personaje es uno de esos productos que proliferan en la “fauna” televisiva generado por uno o varios “realities” y aderezado por alguna peculiaridad diferenciadora. En este caso concreto lo que me llama la atención del sujeto y merece mis palabras es su condición de “chino” (tal y como él se refiere a sí mismo y acredita su origen), y una frase de su cosecha que me impactó seriamente: “…si tengo que volver a trabajar, trabajo, pero si puedo evitarlo, mucho mejor…” o algo similar, vino a sentenciar.

Pues sí, hemos conseguido que un chino, de familia china, educación china (esa donde el trabajo a destajo y sin regulación es una costumbre bien vista), ojos chinos, acento chino (con su “l” simpática y todo)… Un chino completo, con todos sus aditivos y estereotipos a cuestas, que se ha mimetizado tanto con las aristas de nuestro sistema que tiene los ojos más abiertos y menos rasgados que sus congéneres cuando se expresa… Lo cierto es que esta situación se convierte en una curiosa alerta de lo que nuestros mecanismos culturales y sociales son capaces de provocar. Esto es, suscitar la peligrosa convicción de que en nuestro país se puede vivir, incluso bien o muy bien, sin esfuerzo, que existe esa posibilidad por varias vías y veredas.

De modo que el efecto y experimento sociológico no resulta ser tanto el reality de donde surge el fenómeno, como sus propias consecuencias. Hasta el punto de despertarme la inquietud de plantear la posibilidad de una aventura empírica más completa… como los chistes clásicos: cojamos a un alemán, un japonés y un italiano, y démosles cabida en nuestro contexto socio-económico,  con sus coberturas e idiosincrasias… Se admiten apuestas y comentarios… El italiano supondría el caso más claro pues acabaría con un nivel de integración tal que incluso me atrevería a aventurar que podría liderar algún nicho o colectivo, y al poco tiempo salvo cierto acento (a conservar por sus matices seductores) sería uno más en nuestro universo, sino uno de los que más… El alemán o huye o consigue un método ordenado y sistemático de organizar la productividad del antisistema, y el japonés además de varios terabytes consumidos en fotos, y de grabaciones en dispositivos inaccesibles en nuestro mercado tecnológico, acabaría volviendo a su país, o recurriendo al “arakiri” víctima de los conflictos internos desencadenados por tener que actuar contra su propia naturaleza…

Pero, ¿y el chino?, si metemos al chino en el “chiste”… ¿qué vaticinamos?… Desde luego conociendo mínimante la jerarquía y el sentido de respeto al clan, a su propia sociedad y la vinculación a sus costumbres, la fuerza de atracción hacia su núcleo y sus ascendientes, su propia tendencia endogámica… todo ello caracterísitico de estos asiáticos y muy reconocible en su proceso de convivencia y presencia en otros paises; deviende difícil concebir a un chino tan “implicado” en nuestros vericuetos filosóficos y materialistas… Sin embargo, la realidad supera a la ficción una vez más, aunque tampoco está del todo claro qué es realidad y qué es ficción…

Al final, “vivir del cuento” no es patrimonio exclusivo de España, pero sí somos uno de los grandes exponentes de su desarrollo y rentabilidad… Y lo más perverso es su arraigo como modelo referencial y su onda expansiva, que alcanza hasta a los chinos… Va a resultar que hemos encontrado un antídoto al poder oriental, porque si inoculamos la picaresca, la pillería, el “virus lazarillo”, somos capaces de acabar con el imperio del sol…Lo definitivamente dañino es el mensaje directo de poder vivir sin trabajar, de que hay alternativas al esfuerzo, al sacrificio, al propio talento (no calificando como talento el arte de aprovecharse de otros)… Y más allá del famoseo, esta situación de riesgo se extiende a otras capas sociales, a otros ámbitos… porque en España siempre hay “red” protectora ajena al mérito, al trabajo o al deseo de hacerlo, y no siempre equitativa o justa con la verdadera necesidad… Y claro, cuando alguien recibe del sistema mucho más de lo que ha aportado o incluso recibe sin haber contribuido nada, se convierte en un beneficio injusto para él que anestesia el espíritu de sacrificio y la voluntad, sino hay un compromiso de responsabilidad solidaria suficientemente cultivado… Y además se torna en carga progresivamente inasumible para otros…

Cuidado con el chino, y su mensaje… que como los chinos quieran ser españoles, acabamos los españoles siendo chinos… con sus ventajas y sus inconvenientes… Por nuestra parte ya les ganamos al badmington por obra y gracia de la extraordinaria Carolina Martín… Indicios … por las dos partes.