Debo ser extremadamente torpe o a lo mejor interesa pasar por ello para sobrevivir, si bien  reconozco que si como listo tengo muchas limitaciones, haciéndome el tonto creo que tengo muchas más. Lo cierto es que valoro casi como un mérito o un don en los demás la capacidad de asumir situaciones y circunstancias que nos rodean sin hacer gestos o incluso mostrando aceptación o aprobación aparente. Pero a mí me atropella por momentos el sentido común, o al menos mi sentido común, o mi forma común de entener el sentido de las cosas. Sea lo que fuere y como fuere, mucho de lo que resignadamente se incorpora como inamovible y se petrifica en nuestro sistema y en nuestras vidas a mí me provoca cada vez más desconcierto e indignación rebelde.

Un amigo, me contaba que hay una expresión iberoamericana para definir eso a lo que aludo: “comer mierda y no hacer gestos”. Y me lo explicaba como una condición o cualidad valiosa para desenvolverse en círculos de poder e influencia. Lo que aquí viene a ser el cinismo, la falsedad, o la deslealtad interesada. El caso es que por más que lo intento a mí se me nota… me lo dicen los que me quieren y se aprovechan los que me quieren menos. Eso de disimular, de aguantar, de resignarse ante lo que no considero correcto o econger los hombros y agachar la cabeza, o hasta sonreir cuando algo no me cuadra, no se me da nada bien. Pero tampoco me permito la decepción improductiva o la queja de tertulia si no va a acompañada de la intención, el inento o la acción consecuente… porque la valentía de barra de bar, y los parlamentos de mesa y mantel son muy terapeúticos pero inoperantes sin conclusiones y actuaciones. No obstante, como estas son mis palabras y mi blog, aunque sea aquí o desde aquí, me permito o me aventuro a pedir explicaciones y respuestas…

Que alguien que deba y pueda me explique porqué existen instituciones en nuesro Estado, como el Senado (por poner un ejemplo) que se idearon con un fin pero cuyo recorrido demuestra su escasa aportación y su elevado coste, que se mantienen pese a las necesidades económicas, exigencias macroeconómicas y reivindicaciones de sentido común, que solicitan y justifican su eliminación, para ahorrar miles de millones, y hacer un guiño importante de compromiso con el esfuerzo de tantos ciudadanos. Eso sin mencionar su interés como medida efectiva y acreditada para reducir déficit y deuda pública; además de las dudas sobre su funcionamiento honesto y sus procedimientos internos poco aseados aun gestionando y gastando fondos públicos, esto es, de todos pese a que parezcan de “nadie”.

Que alguien me explique porque el sistema sigue albergando duplicidades y hasta triplicidades por doquier en el sector público e institucional. Esto es, por ejemplo, una cuádruple administración con el ciudadano como excusa y su insatisfacción como resultado: Estado, CCAA, Diputaciones, Ayuntamientos, y también mancomunidades o sociedades públicas para determinadas gestiones y encomiendas. Que alguien me lo explique porque la segunda descentralización que preveía o apuntaba nuestra Constitución (esa que o no se reforma o se reforma interesadamente, que unos no mueven y otros sólo tiran de ella a conveniencia) orientaba se enfocaba hacia los Ayuntamientos y sus competencias y capacidades y no al glosario y amalgama de funciones, y tareas distribuidas para justificar otras estructuras y superestructuras. Vamos que hemos engordado el sector público con bollería industrial para garantizar su supervivencia, y la dieta mediterránea la hemos maquillado y personalizado con algún toque de comida basura para que hubiera alimento para todos los estamentos. Ni que decir tiene el enorme impacto que esa optimización institucional y administrativa, operada en Italia y Francia por las coyunturas padecidas, también aliviaría nuestra maltrecha y asfixiante deuda pública y nuestro nivel de déficit.. Si, que alguien me lo explique…

Que alguien me explique porque los sindicatos y las patronales y organizaciones empresariales cuentan en su presupuesto con importantes dotaciones de fondos públicos para sostenerse y ser viables, cuando su sentido se debería basar en el servicio que prestan a sus afiliados o asociados, y son ellos los que directamente deben contribuir a su mantenimiento sin perjuicio de esa colaboraciones público-privadas concretas, específicas y evaluables. Sería otra importante fuente de ahorro o de optimización y también de naturalización y transparencia, porque si sirven a quienes representan no deben temer por su  presupuesto y ganarían en independencia y autonomía, pues esa dotación pública no deja de sonar a vinculación moderada, a prebenda, vamos a eso de es bueno controlar a los que pueden “chillar”, o controlar los “chillos”. Ganarían en credibilidad radicalmente y se liberarían fondos para otros fines y acciones tal vez más necesarias y prioritarias.

Que alguien me explique cómo puede ser que en licitaciones públicas y concursos de esa índole concurran sociedades públicas y participadas por fondos públicos. Es decir, que la empresa privada compite contra sus propios fondos en forma de impuestos y aplicados a esos fines. Y desde luego, eso sin profundizar en la desigualdad competencial y de recursos. La intromisión del sector público y la concurrencia en cualquier término en actividades susceptibles y propias de la empresa o actividad privada y en su esfera de prestaciones es una perversión muy sensible y flagrante que es bastante común. La supervisión pública es una cosa aceptable con matices siempre que acredite un papel de garante de la legalidad, la igualdad, la publicidad, o la proporcionalidad; pero si de esa supervisición pasamos a la injerencia y hasta a esa concurrencia competitiva viciada, la situación se torna esperpéntica porque el competidor utiliza como presupuesto y recursos tus propias aportaciones.

Que alguien me explique en ese mismo ámbito de licitaciones y concursos públicos como puede partirse de presupuestos y finalmente de adjudicaciones que en cuanto al cumplimiento de las exigencias económicas implican o ponen en riesgo el cumplimiento de convenios colectivos y condiciones laborales razonables, además de hacer tambalear y hasta derrumbar una mínima calidad en la ejecución. Cuando es esa misma Administración desde otra funcionalidad la que vigila y fiscaliza el cumplimiento de la normativa laboral, la legalidad contractual, y establece las cargas sociales y tributarias.

Que alguien me explique porque después de haber rescatado a entidades financieras con miles de millones de euros de las arcas públicas como medida necesaria para evitar el hundimiento del sistema, hoy la financiación sigue estrangulada por criterios de valoración de riesgo que no son criterios y sobre todo, no son riesgo…para el banco. Cómo puede ser que aún hoy lo que pide un banco para financiar sea distinto en más o en menos que lo que pide el banco de al lado, y que lo que tienen en común es que ambos piden todo y más pese a “vender” su apuesta por la empresa y el empresario.  Y en relación a ello, cómo puede ser que los mecanismos financieros públicos que pretenden completar o complementar el sistema sean todavía más exigentes que los propios requisitos privados y que no aporten el valor presumible ni la agilidad deseable, funcionando también con los propios impuestos y recibiendo ingresos de aquellos que a su vez demandan financiación. Cómo puede ser que en base a esa dotación pública o con ella como excusa, o sin excusa, no se establezca un protocolo uniforme de mínimos para acceder a la financiación privada o pública, saber a qué aternos y por qué, sin que ello impida un margen de discrecionalidad justificada a la entidad privada, pero desde unos puntos homogéneos en cuanto a tiempo de respuesta, requisitos estandarizados para la adminisión a trámite, unos ratios máximos o mínimos de endeudamiento, y una limitación a la exigencia de garantías o una disponibilidad efectiva de sistemaas de aval público para suplir garantías personales en actividades empresariales. Que me expliquen porque la apuesta financiera por la empresa y los empresarios y sus iniciativas se topa de bruces con la limitación de no afectar a la deuda pública y esto mismo no se considera para recortar en los otros escenarios como los descritos. Parece obvio que sería más productivo correr el riesgo de cierta flexibilidad en la dotación de fondos para financiar empresas, que generan empleo e impuestos directos e indirectos, que en esos otros ámbitos de derroche. Qué me expliquen porque no plantear los análisis de riesgo en positivo, es decir, ponderando un posible registro de pagos y de buenos pagadores, un histórico de cumplimiento financiero en vez de ficheros de insolvencia e insolventes, nada rigurosos y de utilización tendenciosa y sesgada.

Que alguien me explique porqué y para qué tenemos una clase política o un número de políticos que apunta y se acerca a los 300.000, lo que situaría a este ecosistema institucional y sus “habitantes” casi en el top 10 de ciudades españolas más pobladas. Sí, los políticos de nuestro país apenas cabrían en Vigo, Córdoba, Alicante o Valladolid, y desde luego tendrían que ampliar núcleos como A Coruña, Granada, Vitoria, Elche, Oviedo, Pamplona, Móstoles o Sabadell, con urbanizaciones y promociones nuevas tan de moda en otra época reciente; para que pudieran albergar a todo esta casta empadronada. Qué alguien me explique porqué y para qué tantos políticos para tenernos tan descontentos o tan desafectados. Porqué y para qué si con una optimización racional de su número, cualidad y capacidad también se obtendría un ahorro importante y necesario. Esta “ciudad ideal” tiene vecinos que discuten entre sí, discrepan, e incluso no se hablan, pero cuando se trata de defender su espacio van todos a una…

Que alguien me explique porque para liderar instituciones, representar un papel institucional y político relevante en este país no se exige como requisitos previos e ineludibles una trayectoria antes de la política y aparte de ella, mérito y capacidad contrastada, que nos lleve a pensar que fue algo o alguien antes y que lo podrá ser después. Así se evita que lleguemos a escuchar de un concejal eso de “si salgo de aquí qué voy a hacer yo”… alegato que servidor presenció en primera persona. No se trata de títulos, se trata de no depender de la política como medio de vida, para no convertir la importante tarea de representar a muchos en la representación y defensa de las propias necesidades e intereses… o al menos erradicar cualquier sospecha al respecto. Y ya de paso que me aclaren porque esa manía de aferrarse a los cargos, de no soltarlos, de no asumir la responsabilidad tajante del error, el desliz o la culpa, o el mismo desgaste y la conveniencia de nuevos perfiles… Y es que representar y ser representante implica un peso referencial y de influencia que a su vez se corresponde con las más altas exigencias morales, éticas, ejecutivas y de acierto.

Que alguien me explique porque la Administración de Justicia pasa por ser tan lenta y en algún punto tan ineficiente por garantista o por incompetente, que termina por no ser ni administración ni justicia, y poco o nada se hace para remediarlo, más allá del “chillo” o el gesto mediático. Ni más y mejores medios, ni agilización procesal o mayor riesgo procedimental; ni métodos alternativos apoyados e impulsados decididamente y hasta obligatoriamente; ni una cultura menos litigiosa; ni una opción menos garantista y más dinámica… la Administración como excusa para la propia Administración. Y un sistema sin sentimiento de justicia, sin confianza en su sistema judicial, es como un huérfano desamparado, vulnerable y manipulable. Hoy no estamos seguros de la separación de poderes, y eso es casi como dudar de todo, y los culpables son los propios poderes, o lo que es lo mismo las personas con poder.

Que alguien me explique porque pagamos y cumplimos obligaciones fiscales y tributarias que no necesariamente son progresivas y proporcionales en la medida en que debieran, y las cumplimos de modo puntual e inaplazable y en cambio el sistema y la dinámica de pago de la Administración hacia sus proveedores acumula retrasos inverosímiles adornados y acompañados por falsas melodías de normas contra la morosidad (que se incumplen sistemáticamente). De modo que el contribuyente sostiene y financia el sistema doblemente: por sus impuestos y por sus cobros aplazados; y por tanto es castigado injusta y doblemente también. Y eso se extiende como costumbre arragaigada y como cultura de pagos y cobros perversa que lleva a que los grandes se financien a costa de los medianos y los medianos a costa de los pequeños, en una suerte de jungla aparentemente reglada, donde la media verdad o la mentira entera se integran en la rutina y donde todos reaccionamos como plañideras molestas pero pasivas ante el desfile de desfases, subiéndonos al vagón de “no puedo hacer nada” o al de “entonces yo también”. Y siempre quedará la mejor financiera de este país en plazos y tipos: la vía judicial, que por su idiosincrasia se transforma en un banco de tiempo a bajo interés y en un fantástico escondite para el deudor o el incumplidor poco escrupuloso.

Que alguien me explique porque una Pyme o microempresa (que suponen más del 80% de nuestro tejido empresarial) tienen cargas sociales y obligaciones tributarias similares o idénticas a las de grandes compañías o a las de las pymes grandes o muy grandes. Esto es, como puede ser que una microempresa o una pyme de 30 ó 40 trabajadores soporte exigencias legales parecidas o iguales que una pyme de hasta 200 trabajadores, o muy próximas a las de las grandes multinacionales. Que sus costes de contratación y despido sean los mismos, sus convenios en gran parte también, sus impuestos y tipos impositivos apenas se diferencian; y poco importan su cifra de negocio, su volumen, o su antigüedad… Que alguien me explique porque la cuota mínima de autónomo de un fontanero, o del socio promotor de una microempresa puede ser exactamente la misma que la de Florentino Pérez, Villar Mir, Ana Patricia Botín… ¿dónde está la proporcionalidad y la progresividad ahí?. ¿Que alguien me explique porqué en eso sí inquieta y preocupa o sirve de excusa la deuda pública y el déficit y para los demás puntos mencionados no?…

Que alguien me explique…tengo muchas más cuestiones, como cualquiera, y creo que intuyo, conozco, sospecho y podría adelantar la respuesta a muchas de estas visicitudes… pero cuando lo directo y sencillo parece tan complejo y utópico, es que el propio sistema ha perdido la perspectiva, y está en alerta sobre su propio sentido… Que alguien me explique…como pretendo que se lean un artículo de cuatro páginas…aunque yo mismo me explico y me justifico.