El buen compañerismo se sitúa en la antesala de la amistad, sin necesidad de llegar a serlo pero con muchas posibilidades de ello. En cambio los malos amigos nunca son buenos compañeros, la amistad que decepciona difícilmente para su caída en el compañerismo. La exaltación de la amistad y su importancia ha llevado aparejada una injusta depreciación del compañerismo, cuando se trata de posiciones y marcos de relación diferentes, no jerárquicos, con identidad y singularidad propia y definida.

A fuerza de querer tener amigos, podemos llegar a caer en el error de atribuir esta condición a quienes son excelentes compañeros en un contexto, para un fin, en un entorno… Y claro esperar de un compañero lo que uno requiere de un amigo es frustrante, pero a la inversa también, es decir, pretender que un amigo actúe como un compañero… Los buenos compañeros son un auténtico regalo, los grandes amigos son un don inigualable, el compañerismo puede ser camino de la amistad, pero es camino en sí mismo. Disfrutar de buenos compañeros resulta una impagable experiencia, y es un contenido imprescindible para abordar proyectos y objetivos colectivos. El compañero es el abrigo que te pones al salir de casa para resguardarte del frío, el amigo es la chimenea eterna e inquebrantable que te espera siempre, cuyo recuerdo forma parte de ti, y que te aporta el calor reconfortante que necesitas cuando regresas, sea cual sea el viaje… No saldríamos sin el abrigo a enfrentar el frío, y aun así podemos padecer la helada; y en ese momento mantendremos el paso animados por el recuerdo del fuego amigo y su calidez… El compañero siempre va, el amigo va y vuelve, y está… Pero para ir, no podemos prescindir del compañero, que al ir, puede descubrir con nosotros el sentido de volver y de estar…

Los compañeros son pilares esenciales, y una mejor concepción del compañerismo y un compromiso honesto al respecto, sería un elemento de cambio y transformación estructural y operativa de cualquier institución, empresa o colectivo. En entornos profesionales y de responsabilidad podemos llegar a fraguar amistades, pero lo que seguro tendremos será compañeros. Su calidad y capacidad será determinante para avanzar y lograr los fines pretendidos. El buen compañerismo requiere lealtad, sinceridad, respeto, responsabilidad, honestidad y comunicación; tiene un marco concreto y un espacio propio. Desde ese crisol de contenidos cabrá aventurarse a superar tensiones, dificultades, gestionar adversidades, compartir experiencias, tomar decisiones… Aquellos que conforman nuestro elenco de compañeros nos definen, son esenciales en nuestra marca personal, y sirven para calificarnos…o descalificarnos, por tanto no es un aspecto baladí esta selección ni sus consecuencias.

A mí me remueve la utilización trivial y generalizada de la palabra amistad para referirse a casi todos aquellos con los que se tiene alguna relación o contacto. Eso devalúa la amistad y no concede el merecidísimo hueco que tiene el término y la condición de compañero. Soy de pocos amigos, en el buen sentido de la palabra, y de excelentes compañeros, y sin ser ejemplo ni pretenderlo, tengo muchas posibilidades de ganar amigos y de no perderlos.

La traición de un amigo está elevada a la categoría de gran decepción y es pacífica la consideración dramática y grave del hecho en sí, en cambio las malas experiencias provocadas por compañeros y con ellos, se acumulan con un poso preocupante de normalidad, hasta el punto de que no es extraño terminar contando entre los rivales o enemigos a quienes en otro momento fueron compañeros, compartieron mesa, inquietudes, reflexiones, tensiones y relajaciones… es por eso que cuidando el compañerismo cuidamos la gestión colectiva, y esto es una responsabilidad individual con una proyección comunitaria, para evitar una sangría muy común en ámbitos colegiados y compartidos. Así pues, seleccionar buenos compañeros coincidir en visiones, pero sobre todo en valores y comprometerse con ellos es trascendental para afrontar desafíos y retos.

Con los compañeros compartimos entornos diversos que a su vez los clasifican: ocio, trabajo, voluntariado, actividades, deporte, aficiones… tan sano y satisfactorio es tener buenos compañeros como imprescindible es no confundirlos con amigos, por ellos y por nosotros, por la propia amistad y por el compañerismo. Aunque la convicción y la experiencia es que un gran compañero termina por convertirse en un fantástico amigo, porque el compañerismo es la maceración de un sentimiento que con el tiempo y el cuidado debido desemboca en amistad. Mi homenaje a los grandes compañeros porque sin ellos no hay camino, porque ellos son camino.