Hace algunos días cerré una etapa de mi vida, y así lo siento, al dejar mi cargo de Presidente de AJE – Extremadura. Y lo hice con convicción y por ella, y con la firmeza y serenidad de actuar convenientemente para la institución y con arreglo a mi propia visión. Terminaba mi legislatura, y concibo los cargos como posición y oportunidad de servicio, y ocupaciones transitorias donde entregarse y darse, y el mejor servicio era dar relevo, dejar paso, y atesorar lo aprendido para nuevos retos y desafíos.

Ha sido una trayectoria intensa donde me llevo un bagaje personal, empresarial y emocional muy enriquecedor y por el que me siento muy agradecido y privilegiado. Por ello quiero compartir estas líneas a modo de reflexión, de decálogo de pensamientos, sin más pretensiones que despedir una parte de mi camino que ya viene conmigo para siempre, y que es equipaje para el resto de este recorrido vital que todos hacemos andando nuestros propios pasos. Así, estos tres años como Presidente que se suman a otros tres anteriores como Secretario General, donde hemos construido desde muy poco algo importante, os hago partícipes de estos “pedazos de mí” que se quedan conmigo o que vinieron a ratificar mi forma de ser, de ver, de hacer o a enmendarla, a revisarla, a probarla, a reforzarla o adoctrinarla:

  • Sufrir y superar adversidades, trabajar, y divertirse e ilusionarse, es lo que más une, lo que más enseña, lo que más exige… encontrar un ámbito o un contexto donde hacerlo y con quien compartirlo es mi lugar en el mundo, es un gran regalo y algo que te ancla para siempre. La primera decisión es “jugar” o no el “partido”, pero una vez tomada hay que asumir los incidentes, accidentes, zancadillas, choques… jugar al máximo, y después, al final vendrá valorar la experiencia…que siempre será enseñanza.
  • Las personas, siempre ellas y con ellas. En forma de compañeros, de amigos, de familia… Ellas son “el mundo de los tuyos”, el que realmente importa, el que hay que cuidar y por el que merece la pena sacrificarse. Llegué a AJE por una gran persona, seguí en ella por un buen número de grandes personas y compañeros, afronté el reto de la presidencia con ellos y por ellos, por su talento, por su confianza, por su compromiso; y me voy de AJE para ellos, dejando a la mayoría y llevándomelos a todos de algún modo. Podemos acertar o equivocarnos, pero pensando en personas y como tales y tratando de cuidarnos, el fracaso es enseñanza y la satisfacción va más allá del éxito mismo.
  • La adversidad revela a los grandes. Siempre me enseñaron a dar gracias por las dificultades, por aquellos que te lo ponen difícil, incluso por la injusticia o la persecución; porque en todo ello hay una oportunidad de sacar lo mejor de uno mismo, de exprimir las propias capacidades y dones… Por eso, la indignación por lo injusto y los injustos, la amenaza de la mediocridad y de los mediocres, es un contexto para emerger y proponer, para darse, y empeñarse, es una forja impagable de la voluntad propia.
  • El camino de la felicidad necesita del agradecimiento, y además de lo anterior, que linda más con el aprendizaje, sobre todo, destaco la gratitud por el privilegio de la ocasión, por los compañeros de camino, por la senda de superación y desafío vivida, porque me ha hecho, mejor, más fuerte, más completo.
  • Los cargos y las responsabilidades, son posiciones prestadas, no son propiedades, ni tan siquiera posesiones, tal vez se aproximan a un depósito de competencias, funciones, expectativas y compromisos, donde siempre hay que conservar la altura de miras y tener perspectiva. No cabe el apego, la perpetuidad, porque la comodidad atenaza, la fuerza es imprescindible y la ilusión hay que renovarla y alimentarla… la de uno y sobre todo, la de los demás.
  • El talento es el mejor aliado y la discrepancia un modo interno de enriquecerse y fortalecerse. Rodearse de talento, de los mejores, hacer a los demás mejores, dar juego y repartir juego, procurar que las aptitudes de todos fluyan y se comprometan, que las fortalezas de cada uno sean las del grupo y las debilidades individuales se absorban en el trabajo colectivo; estar confortables y motivados; valorar cada esfuerzo, confiar en los errores y fallos, porque el refuerzo en el fracaso sella la fidelidad e impulsa la autoestima. Propiciar el debate, respetar la divergencia, siempre en un marco de lealtad y respeto, con el foco en lo común y en la finalidad de todos.
  • Ser fiel a uno mismo, al camino que uno cree y crea, no apartarse, no renunciar, aun cuando haya quien te empuje, quien te chille, quien se siente amenazado… recorre tu camino, porque tu camino es tuyo, son tus pasos, no son contra nadie, son tuyos, y el que sienta o perciba confrontación en tu recorrido respetuoso tiene un problema de complejo, envidia… o por diagnosticar… pero cuando se trata de organizaciones, sobre todo es un problema de “visión” y de “misión”.
  •  Construir una identidad, un estilo propio, un modelo… Definirlo, pulirlo y enriquecerlo entre muchos, y apostar por él, adaptarlo con flexibilidad y habilidad pero sin perder su esencia. Cada persona aporta su granito de arena, su sello, pero la “marca” siempre debe ser reconocible. Esa identidad independiente y autónoma es la base para aportar valor, para ganarse el respeto… Una sociedad nueva, necesita nuevas formas; una sociedad inteligente necesita agentes independientes y con criterio propio.
  •  Un sistema sostenible y sostenido, coherente, construido desde cada uno y por todos, hacia todos sus ámbitos: presupuestario, organizativo,… Sólo se puede pedir compromiso desde el compromiso propio, sólo se puede pedir esfuerzo, desde el propio sacrificio; sólo se puede esperar respuesta, si uno responde… Pero todo colectivo se basa en la participación, es decir, opinar conociendo, conocer actuando, proponer estando, aportar colaborando… Es muy tóxico pedir sin dar, criticar sin participar y sin implicarse… La asociación pasa por asociarse y asociarse consiste en interesarse y compartir.
  •  La mejor promoción personal, es dar todo lo que uno tiene y sabe, puede o cree, sin reservas, sin necesidad de autobombo, porque no hay mejor presentación que los hechos constatables, que hacer camino… Pensar y actuar, intentar para hacer, el fracaso es no intentarlo; y el éxito sólo pasa por no rendirse, por diferenciarse o pretenderlo, por proponer y por actuar. Pero un cargo institucional no es un sitio, no es tu sitio, es tu responsabilidad para con los demás, nunca una plataforma propia, o para uno mismo…

 He podido comprender, aprender o ratificar mucho de lo que llevaba dentro, cosas que he descubierto, otras que he experimentado… y al final… la niñera mágica de la película de mis hijos: cuando te necesitan y no te quieren, debes estar aunque no “ te vean”; cuando te quieren y no te necesitan es buen momento para otros retos… Y no es una cuestión de querer o necesitar a una persona en concreto sino a lo que hemos sido capaces de representar y desarrollar como un equipo fantástico… aunque por momentos pareciera que “nadamos entre tiburones, teníamos nuestra propia jaula en movimiento” y un horizonte apasionante.

 Una despedida sin adiós o una adiós sin despedida, porque lo que uno lleva dentro, al impregnarse de lo vivido, sólo conduce a decir: “hasta ahora mismo”… Yo soy de AJE Extremadura, y Aje Extremadura, es y será parte de lo que soy y pueda ser. “Gracias compañeros”.