Ángel Gómez Díaz en UE x & EMPRESA

Me hubiera gustado aprenderlo mucho antes pero me es muy valioso el descubrimiento de que tanto o más importante que tener o encontrar las respuestas, es hacernos y hacer las preguntas correctas. Es por ello que el camino más apasionante es el que implica cuestionarnos y cuestionar cada paso, cada elección, y avanzar con cada pregunta, porque eso nos permite anticiparnos a las dudas de otros, y alcanzar antes las respuestas.

Ese es el modo de hacer propio nuestro camino, de afrontar desafíos y retos. En esta línea, es frecuente en mi caso afrontar la disyuntiva de si ahora es buen momento para emprender, y dado que esa pregunta llega a ser incesante en mí, me aventuro con la respuesta para invitar a las preguntas de los demás: para quien tiene vocación emprendedora, ilusión y/o pasión por una idea cualquier momento es bueno para emprender, no habrá otro momento mejor que aquel en que se tenga la iniciativa, surja la inquietud o alguien se plantee entre nervioso y animado la posibilidad. Si ahora confluyen todas o parte de esas sensaciones y aspiraciones, este es el mejor momento para emprender para quien se siente llamado a ello. Y sería imperdonable quedarse con la duda de haberlo intentado.

Otra cosa distinta es la época, la coyuntura y el contexto, aquello que depende poco o nada del emprendedor, y en esto lo que cabe interpelar y casi exigir es que todas las épocas deberían ser buenas para el emprendedor y sus ideas, esa es una auténtica responsabilidad social. Probablemente antes de llegar a esas respuestas y a esas preguntas, o desde ellas, se derive la necesidad de varias aclaraciones previas. La primera podría ser qué es “ser emprendedor”.

La definición de  la RAE lo relaciona con “acciones dificultosas o azarosas” y la resolución con que se afrontan… Vamos que no son un paradigma de estímulo al respecto. Sin embargo la experiencia de un emprendedor en positivo tiene que ver con enfrentarse a retos, con superarse, con aprender, con decidir, con labrar y cincelar cada paso del camino con un estilo propio… Es el sueño de desarrollar una ilusión y construir un proyecto con un sello personal. Se convive con la dificultad pero también con la sensación de libertad, de exigencia, de responsabilidad, de compromiso… ¿y cómo no acabar esto con otra pregunta?: esto que cuento y siento en primera persona, ¿acaso no es una auténtica y plena demostración de realización personal, de depender de uno mismo, de ser protagonista y dueño de tu historia, de decidir la forma de escribirla para ti y para otros; no es convertirnos en referentes y activos de nuestra sociedad?… ¿y no es ese espacio y ese protagonismo el que muchas veces reivindicamos?.

Cierto es que en los tiempos que vivimos se habla de emprendimiento de forma recurrente y casi atosigante. Y de ahí casi eclosiona una necesidad que parece nueva para muchos y que si hubiese sido más antigua hoy sería germen de otro escenario: sembrar, promover y generar cultura emprendedora, y al final actitud emprendedora. Y es que el emprendimiento conlleva una lógica e imprescindible carga o impulso vocacional, que debe ser descubierto por aquellos que tengan esa inquietud aun adormecida o anestesiada por nuestra mentalidad y apoyada por el marco donde pretenda crecer.

ÁNGEL GÓMEZ DÍAZ

Ahora bien, la actitud emprendedora, entendida como compromiso proactivo para aportar valor al entorno desde cualquier género, condición, posición o profesión, y sentirse responsable de mejorar aquello que esté al alcance de cada individuo; ha de ser algo inherente a la formación de toda persona, y ha de aflorar como algo cotidiano en el ejercicio de todo quehacer. A la actitud emprendedora estamos llamados todos, y todos debemos transmitirla y proyectarla. El emprendimiento es mucho más que una “salida de emergencia”, es una vocación de apasionante aplicación e incierto desenlace, con una trama extraordinaria repleta de riesgo pero también de satisfacción y de desafío, que requiere lo mejor de cada uno y que nos permite ser productivos en y para nuestra sociedad.

Habrá quien tenga como vocación el emprendimiento, pero todos tenemos como responsabilidad cuestionarnos nuestra inquietud emprendedora, plantearnos nuestras iniciativas, y en todo caso, siempre responder desde nuestra condición con actitud emprendedora. Y de aquí otra pregunta, ¿No es más fácil ahora crearte tu propio puesto de trabajo desde esa idea o inquietud que ronda, que encontrar trabajo por cuenta ajena?…

Toda empresa es fruto del emprendimiento y en todo empresario reside un emprendedor. Desde aquí animar a que en toda persona germine la actitud emprendedora. Y descartar excusas que espanten el ánimo, porque existen muchas formas de ser y hacer como empresarios, tantas como personas con vocación de hacerlo, aunque hay modelos o hilos comunes que definen e identifican a esos emprendedores con rasgos propios donde podemos encontrar aquellos modelos cercanos y tangibles que nos estimulen. Ser empresario emprendedor es un medio de vida que te sirve para servir, y te sirve si sirves a otros. Para promover, acompañar y orientar en todo ello, para ofrecer referencias, formación, información y generar oportunidades, y crear marcos de convivencia y experiencia estamos las  asociaciones.

Ese es el único sentido posible: ser consecuentes con nuestros fines y útiles y accesibles a quien nos necesita. Y por supuesto ser voz de todos a la hora de exigir un marco adecuado para el impulso global y transversala la cultura y la mentalidad emprendedora. Para ser un activo social y un verdadero generador de riqueza debemos ser considerados y cuidados como tales, esto es, la responsabilidad social debe estar adherida a la actividad empresarial, pero la empresa y el emprendimiento deben ser también objeto del compromiso y de la responsabilidad de la sociedad. Y claro, termino con una pregunta: ¿Quizás lo que más tememos del emprendimiento es aquello que más deseamos de la vida?, o dicho de otro modo ¿Puede ser que a veces luchemos contra aquello que deseamos?, y más claro, elige tu destino, pero no te “saltes” la pregunta: ¿Quiero emprender?, porque cualquier futuro tendrá más plenitud si antes hemos enfrentado esa cuestión con actitud emprendedora.